¿en que momento llegué aquí?
siempre he amado sentarme en una banca a ver la vida pasar, de repente la banca en la que estoy me muestra paisajes de un lago Italiano en las montañas y me pregunto- en qué momento llegué aquí
Siempre he amado sentarme en una banca a ver la vida pasar… como si fuese de repente, estoy sentada en una banca puesta en uno de los paisajes más lindos que he tenido la fortuna de ver: un lago Italiano rodeado de los Alpes Suizos que se alcanzan a ver a lo lejos… y me pregunto- ¿en qué momento llegué aquí?
No estoy necesariamente de vacaciones, eso no es lo que he venido a hacer aquí. Estoy recorriendo una tierra que mi alma ya conoce, una tierra que en lo profundo de mi alma canta y habita. Paisajes nuevos que se sienten conocidos, escondidos en la memoria viva de mis huesos. Y es que ese ¿cómo llegué aquí? es una pregunta tan profunda, que tiene tanto por decir, y que quizás en tan solo una corta y sencilla frase se puede resumir: esta tierra me ha estado esperando y mi alma me guió de regreso a ella.
Hace tan solo 4 años estaba en mi apartamento en Bogotá, casada y viviendo una vida que ya no me pertenecía. Un anhelo incesante me pedía respuestas para la profunda tristeza que en los atardeceres me visitaba. Un deseo de encontrarme… un anhelo de llegar a los lugares que mi alma añoraba tanto recorrer, y cuando hablo de lugares no me refiero a los lugares físicos- sino más a los simbólicos: esos paisajes internos que esperaban mi llegada.
Llegué aquí atravesándome.
Llegué aquí perdiéndome.
Llegué aquí acurrucándome ante la vida.
Llegué aquí dejándome romper.
Llegue aquí con un salto al vacío… ese que me llevaría de vuelta a mí.
Pero sobre todo, llegué aquí confiando en los susurros de mi alma. Fueron ellos el bálsamo que me dieron la valentía para hacer todo el resto. Llegué aquí confiando en que debía abrir mi corazón al infinito amor del universo, un amor que aún de cuando en vez me intimida y al que cada vez más le abro las puertas de mi ser.
He dado muchas vueltas para llegar aquí, pero la puerta de entrada fue el amor. El amor a mí y el amor a un nuevo amor. Un amor que llegó como un relámpago del cielo, en el momento en el que menos me lo esperaba… un amor tan inmenso que mis ojos se llenan de lágrimas cargadas de gratitud al nombrarlo. Un amor tan antiguo como esta tierra que hoy me camina. Un amor dulce, y sobretodo ligero…
Ese amor -el mío- y quizás también el que acompaña hoy mi camino-, me trajeron a esta tierra en donde códigos antiguos de un lenguaje que ya mi alma alguna vez habló vuelven a despertar en mí.
La historia del nuevo amor amerita otra carta que te prometo escribir pronto.
Por ahora querido corazón solo te puedo decir que hay paisajes gloriosos esperando tu llegada.
Hay una banca que te espera en silencio.
Hay un lago que recuerda tu presencia.
Hay una tierra que recuerda tu olor.
Hay un amor que desea llegar a ti.
Hay un camino que solo se abrirá cuando camines en coherencia al llamado de tu propio inmenso corazón.
Tal vez estas palabras te recuerdan algo de tu propio camino
Tal vez algo de lo que acá he dicho es un reflejo para ti
Tal vez estas palabras hoy llegan a ti para inspirarte a comenzar tu propio viaje de regreso a casa.
Confía corazón,
Solo confía
Con amor,
Juliana


¿sientes un profundo deseo de escucharte?
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dic 05-08 - Palomino, Colombia