Intimar con la vida
Sobre el arte de tocar puertas ocultas en nuestro interior, que nos invitan a entablar un diálogo profundo con la vida.
Un alcaparro me deja un tapete de flores amarillas todos los días. Este árbol majestuoso quizás no sabe la alegría tan inmensa que siento al observarlo.
Llevamos muchos años co-existiendo en esta finca en la que crecí gran parte de mi vida. Aún así, solo hace un tiempo realmente he podido apreciar su belleza…
Mi cama está llena de ropa lista para ser empacada mientras me preparo para moverme una vez más. A veces, mi papá me dice que parezco una gitana, y últimamente empiezo a entender por qué. Durante los últimos tres años, he estado en constante movimiento, viajando entre montañas y valles de distintos continentes, entre pueblos y ciudades.
Hace un tiempo, creía que nos mudaríamos por unos meses a México con la ilusión de finalmente encontrar nuestro hogar. Hoy, después de un diálogo profundo conmigo misma y con mi compañero de camino, he comprendido que nos vamos a México para empezar a entablar una relación, un vínculo, un diálogo sentido con esta tierra y con sus paisajes, y que cuando suelto la necesidad de encontrar aquel hogar, se abre una intención más verdadera: la de abrirle mi corazón a un nuevo territorio, aún cuando no sé, si ella de vuelta, me abrirá el suyo.
Este alcaparro florecido en mi jardín quizás me está invitando sutilmente a recordar hacerme amiga de los árboles de mi ventana, a sonreírle a los cielos estrellados, a saludar a las flores del camino, a regalarle mi mirada a las montañas, y a meterle las manos al barro de un territorio que me ha llamado para conocerme. Cuando emprendo mi camino desde esa mirada, anclada en esta intención, algo en lo profundo de mi suspira y me recuerda ser una presencia amorosa a la vida que a mi lado siente y respira.
Esto que te cuento es, en esencia, solo otra manera de describir lo mismo (“buscar un hogar” vs. “abrirle mi corazón a un territorio”). Aun así, un pequeño cambio de perspectiva puede llevarnos a pararnos en un lugar completamente diferente y, al hacerlo, abrimos puertas de intimidad con la vida que, de otro modo, quizás no tocaríamos.
Así que te pregunto…. ¿Cómo puedes re-significar la manera en la que te refieres a algo que estás atravesando en este momento? ¿Qué posibilidades abrirías al hacerlo?
Esto es lo que yo llamo “intimar con la vida”
Intimar proviene del latín “intimare” y a su vez deriva de "intimus", que es el superlativo de "interior", y significa "lo más interno", "lo más profundo"
Al intimar con la vida, nos abrimos a tocar capas más profundas, de aquello que nos atraviesa. Nuestra relación con lo que vivimos nos invita a descubrir miradas que habitan en los rincones más ocultos de nuestro interior, allí donde, silenciosamente, suele asentarse la sabiduría.
Hoy, al anclarme en esa voz de sabiduría que me llevó a relacionarme de una manera diferente con este momento de transición en el que me encuentro, puedo sentir cómo mi ser se inclina a la corriente de la vida que me sostiene y en la que, con suavidad, me entrego para dejarme conducir.
Con amor,
Juliana