Hay algo particular que me sucede con la Ciudad de México y sus ventanas.
Edificios antiguos se esconden entre las flores moradas que brotan en las copas de las jacarandas, invitándome una y otra vez a elevar mi mirada.
Desde sus arcos, cuelgan plantas flotantes, y a veces, un pedacito de esos mundos interiores se asoma, apenas visible, como un secreto al borde de ser compartido.
¿Qué ocurrirá detrás de estas ventanas? me pregunto…
¿Qué historias estarán siendo escritas detrás de ellas?
¿Qué vidas estarán siendo moldeadas en su interior?


Una curiosidad me invade, un deseo de pintar con mi imaginación respuestas para mundos que quizás jamás conoceré.
Cuántas historias, cuántas vidas toman forma aquí — en esta ciudad desbordante de vida, donde yo soy apenas un pequeño fragmento,
eternamente entrelazado con los contextos que me rodean.
Hace algún tiempo escribí que parte de mi trabajo es acompañar a otros a abrir las pequeñas ventanas de su alma— esas esperando ser vistas, descubiertas y recorridas en presencia.
Si hay algo que me conmueve profundamente es presenciar ese momento en el que otro ser finalmente abre aquella ventana de su alma, esa que la invita a palpar un paisaje quizás inexplorado aún- pero que siempre la ha habitado en lo profundo.
Ese momento en el que finalmente es visto aquello que ha añorado ser encontrado por su mirada, para abrirle paso a un nuevo entendimiento.
Ese momento en el que finalmente nos reconocemos como vastos y profundos mundos, en constante movimiento…
El alma y sus ventanas
Las ventanas del alma…
Hoy te quiero contar sobre algunas ventanas de otros mundos que he tenido el inmenso privilegio de conocer. Déjate llevar por mis palabras, y siéntelas aterrizar en aquel lugar dentro de ti, que recuerda el lenguaje del alma.
He recorrido templos balineses de piedra y musgo que se esconden en nuestro propio interior, en donde llegamos a ellos honrando el camino. He visitado jardines entrelazados por una gran selva, guiada por el oráculo interno de aquella gran mujer…
He viajado al cosmos, a las puertas ocultas que guardan los misterios más profundos del cielo. He abierto la puerta a un boticario colgante, donde se destila la esencia del alma.
He recorrido el camino de los lotos, comprendiendo su maestría para nacer del barro en absoluta belleza. He recordado aquellos tiempos en los que el alma se tejía en comunidad —y que hoy lleva el nombre de psicología.
He comprendido que para llegar al cielo, es la misma tierra el portal divino hacia la gran estrella blanca, la diosa que se sienta junto a la luna. He recorrido mundos donde se cultiva el bienSer de cada corazón que recuerda que su vida puede ser una obra de armonía —como aquel gran árbol en su ventana.
Mis últimos meses los he caminado junto a cuatro mujeres que me han abierto las ventanas de su alma. En su interior, están gestando no solo creaciones, sino mundos íntegros hilados por la profunda sabiduría de su esencia.
Esta es una carta de amor para ellas.
Una oda a sus recorridos.
Un poema en honor a sus caminos.
Esta es mi manera de decirles, desde lo más profundo de mi corazón: gracias.
Gracias por el inmenso regalo que su presencia, su caminar y su expresión me han traído. No hay nada que más me honre, que poder presenciar un alma que en sí despierta— y ustedes hoy caminan despiertas.
Y a ti, que aún me lees, hoy quiero recordarte cuán profundos son los mundos que habitan detrás de esas ventanas donde tu alma se asienta. Ahí, solo ahí encontrarás la verdad de aquello deseando ser traducido por tus manos en forma de creación.
Alza tu mirada.
Eleva el rostro.
Atrévete a entrar.
A ustedes: Jimena, Marianella, Bibiana & Bianca mi profunda gratitud y admiración.
Gracias por llegar a THE PATH.


Con amor,
Juliana