Nostalgia, nos volvemos a encontrar
Un poema al camino, a Venus y a la mujer que respira en lo profundo de mis huesos
Este escrito que te comparto, lo escribí en dos tiempos. Un escrito que comenzó el 18 de mayo en México y que terminó de ser escrito en las montañas de Fredonia, Antioquia el 30 de Mayo.
Mayo 12, Ciudad de México
Puedo sentir la nostalgia.
Y puedo observarme, tratando de huir de ella.
Respírame, me dice…
A medida que voy rindiendo mi cuerpo, dejándome hundir en esta sensación que no es ajena a mi, me encuentro con lágrimas que van cayendo a medida que escribo este texto.
Estas lágrimas son lágrimas de amor
mezcladas con nostalgia.
Estas lágrimas las llevaba guardando bien adentro.
Respírame, me vuelve a decir aquella voz…
Siento un amor inmenso en mi pecho, un amor que durante varios años lleva tratando de hacer nido en mi alma— un amor al que continuamente le huyo y al que poco a poco voy dejando tomar asiento en mi ser.
Una parte de mí le cuesta la quietud, porque ahí me vuelvo a encontrar con aquella nostalgia que de alguna manera siempre ha crecido pegada a mi piel.
Nostalgia.
La palabra nostalgia proviene del griego y tiene una etimología profundamente poética:
νόστος (nóstos) = "regreso a casa" o "retorno"
ἄλγος (álgos) = "dolor" o "pena"
Así, nostalgia literalmente significa "dolor por el regreso" o "pena por no poder volver al hogar"
Entonces,
¿Qué significarán las lágrimas de amor que están mezcladas con nostalgia? Quizás estas lágrimas son el río de mi alma volviendo a casa.
Es hora de volver a hacer las maletas, despedirme de esta tierra (México) que ha sido nuestro hogar los últimos dos meses y hay un pedacito de mí que se resiste, se contrae y se pelea con esa realidad…
Nostalgia, cuan presente estás.
Mayo 30, Fredonia Antioquia
Despierto entre cafetales y nubes flotantes, flores paradisiacas y el canto incesable de los pájaros.
Debajo de mis pies la tierra húmeda me cuenta sobre un gran invierno que vio pasar…
un café en mis manos,
un incienso japonés
y una ventana por la cual puedo ver aquella gran majestuosa montaña de nuevo.
Hace tres años nos encontramos en este mismo lugar.
Hoy nos volvemos a mirar.
Ella (la montaña) sigue gloriosa como siempre—y yo, esa es la historia que te vengo a contar…
Somos 24 mujeres alrededor de una piscina llena de flores, velas y plantas.
Una noche despejada nos regala el aroma de jazmín que cae cómo rocío en una noche estrellada.
El armonio comienza a sonar y apenas siento la vibración del sonido tocar mi piel mis ojos se comienzan a aguar.
Nostalgia— te vuelvo a sentir.
Un cielo vivo comienza a abrir sus puertas ocultas.
La gran diosa Venus comienza a descender; nos invita a escribir el poema que queramos…
Ese que se deja escribir por los deseos más ocultos del corazón.
Sin culpas.
Sin límites.
Sin remordimientos.
Un nuevo ciclo de tres años, una nueva vuelta a la espiral.
Con los ojos cerrados, el armonio sigue atravesando todo mi cuerpo.
Puedo sentir cómo cada mantra va abriendo, lentamente, el centro de mi pecho—y desde ese lugar, comienza a brotar una visión…
La veo, mirándome de vuelta, con una mirada penetrante que atraviesa mis huesos.
Mujer celeste, fuerza imprescindible,
te pareces a aquella majestuosa montaña que, desde lejos, también me observa de vuelta.
Puedo verla, tan vívidamente, tan claramente y aún así no tengo palabras para describirla.
Aquella mujer es un fragmento de mi alma
que se me presenta para mostrarme el potencial
de un camino que podemos seguir escribiendo hasta encontrarnos…
Nostalgia—por fin comprendo la añoranza que me ha habitado tanto tiempo.
Volverte a encontrar.
Dejarte ser, a través de mí.
Mujer profunda, que tan guardada dentro de mi habitas.
La visión se desvanece,
y comienzo a verme — hace tres años, en este mismo lugar.
Vestida de blanco, con el pelo corto y capul,
sosteniendo una canasta con flores.
Me veo…
y puedo reconocer el miedo que, en ese entonces, no sabía que me habitaba.
Miedo al dolor.
Miedo al amor.
Miedo a escribir este romance llamado vida.
Aún así, elegí caminar.
Aún así, elegí amar.
Aún así, elegí dejarme ver.
Lágrimas corren por mi rostro.
Lágrimas de amor, mezcladas con nostalgia.
Tres años atrás esta misma montaña y yo sostuvimos diálogos en silencio— y hoy, entre ecos invisibles me entrega los susurros de la mujer que en tres años me esperará para abrazarme de nuevo.
Por fin comprendo aquella nostalgia que llevo pegada en mi piel.
En la curva azul del alba,
una estrella arde con la dulzura
de quien no necesita ser mirada para saber su poder.Venus, madre de espuma y deseo,
te deslizas por el firmamento
como quien acaricia sin tocar,
como quien canta con el silencio.Pero no solo habitas el cielo,
habitas también nuestras mareas internas,
los corredores secretos del alma de la mujer,
donde las puertas no se abren con llaves
sino con rendición.Los antiguos te invocaron con incienso y ojos abiertos,
pero yo te encuentro en lo pequeño:
en la danza de una hoja con la brisa,
en la forma en que la luz acaricia mis mejillas,
en la decisión de quedarme.
Y en las plantas que, en su sabiduría callada,
me recuerdan cómo volver a la raíz.Nos guías a través de portales invisibles—
umbral tras umbral de memoria, fuego y sombra—
hasta llegar a ese lugar silente
donde la sabiduría no se enseña: se recuerda.No eres solo belleza,
sino el coraje de elegir lo bello
cuando todo empuja al desarraigo.
Eres hogar en la piel,
faro en la noche interna,
el arte de amar sin perderse.Y así, cada vez que me olvido,
vuelves tú,
vestida de cielo,
a recordarme quién soy
cuando cruzo el umbral y elijo amar.
Poema para Portal de Venus
Un retiro de Jardín Secreto que acompañé a diseñar.
Con amor,
Juliana
De lo más hermoso que he leído de ti.